Natalia Astudillo Guerra
“Tuve que abandonar el hogar para poder encontrarme a mí misma, encontrar mi propia naturaleza intrínseca, enterrada bajo la personalidad que me había sido impuesta. (…)En lugar de planchar las camisas de mis hermanos pequeños o de limpiar los armarios, pasaba largas horas estudiando, leyendo, pintando, escribiendo. Cada pedacito de confianza en mí misma que laboriosamente lograba reunir, recibía una paliza diaria. No había nada de mí que mi cultura aprobara. Había agarrado malos pasos. Something was «wrong» with me. Estaba más allá de la tradición.” (Anzaldúa, 2004:72)
Si el feminismo tiene
como propósito emancipar a los géneros
en relación a la opresión que provocan las
culturas patriarcales al delinear de forma binaria las identidades tanto de
mujeres como de hombres, debe comprender
algo implícito en este propósito. Si para Facio (s.f) el objetivo del feminismo
es “transformar la situación de subordinación de las mujeres en todo el mundo.”
(p: 5) y para Kaufman (1995) “(…) el patriarcado existe no sólo como un sistema
de poder de los hombres sobre las mujeres,
sino de jerarquías de poder entre
distintos grupos de hombres y también entre diferentes masculinidades.” (p: 127), es que se hace
necesario comprender de forma efectiva que no solo es necesario romper esta
dualidad hombre-mujer y las relaciones de poder que representan, sino que
comprender que dentro de estas mismas categorías existen distintas
configuraciones de las identidades de
géneros, en decir, es necesario que lxs feministas adjunten a su
vocabulario esta multiplicidad de los
géneros.
El género ya sea
entendido como una relación social (Scott, 1996) o como aquello que siempre fue
sexo (Butler, 2009) viene dado por las características de cada cultura
patriarcal; esta multiculturalidad no deja de ser importante cuando desde el
mismo feminismo se cuestionan prácticas culturales sin considerar las distintas
formas en que se puede ejercer machismo y casi arguyendo grados de éste ¿Qué
sentido tiene cuestionar el exceso de ropa de las mujeres orientales cuando en
occidente la violencia es ejercida por una desnudez al servicio de una cultura
igual de machista? En relación a esta pregunta hay dos desafíos que plantea
Butler (2009): pensar en la necesidad de un sujeto del feminismo, entendiendo
su pluralidad y pensar en que esa
“representación” no necesita darse por sentado.
Considerando lo
anterior es que es necesario problematizar los componentes y lo que se entiende
por identidad de género, varias autoras lo han tratado, pero desde distintas
apreciaciones que llegan a un mismo punto: la necesidad de contrarrestar un
sujeto del feminismo que considere a la mujer como un concepto unitario e
inamovible.
En primer lugar,
según lo que señala Montecino (1996) la
identidad de género sería un cruce de variables “se es mujer en una
sociedad determinada, pero simultáneamente se puede ser joven (categoría de
edad), indígena (categoría étnica), pobre (categoría de clase)” (p: 188). Siguiendo esta lógica Facio
(s.f.) señala que ésta identidad “(…) no se construye aislada de otras categorías sociales como la
raza/etnia o la clase socioeconómica y es calificada por la edad, la
orientación sexual, el grado de capacidad/habilidad, la nacionalidad, etc.” (P: 12-13)
En segundo
lugar, la identidad de género debe desdibujar
los bordes binarios que impone la cultura heteronormativa, puesto que como
señala Lagarde (1990) “Vivir en el mundo patriarcal hace a las mujeres identificarse y
desidentificarse con las mujeres, con los hombres, con lo masculino y con lo
femenino. No viven una identificación directa con la mujer y lo femenino, ni
está excluida su identificación con los hombres y con lo masculino.” (pág. 3)
En tercer lugar,
la identidad de género debe concebirse
como un concepto múltiple y fluido, tal como señala Mayobre (2006) al
hablar de las filósofas feministas, estableciendo que éstas “a la hora de
reinventarse a sí mismas y de presentar nociones de subjetividad alternativas
no recurren a conceptos como ser, sustancia, sujeto etc. sino a categorías
conceptuales como fluidez, multiplicidad, intercorporalidad, nomadismo” (pág.
6).
Y en cuarto
lugar, la identidad de género es performativa, lo que en palabras de Butler
(2009) sería: “no existe una identidad de género detrás de las expresiones de
género; esa identidad se construye performativamente por las mismas
«expresiones» que, al parecer, son resultado de ésta.” (pág. 85). Es decir,
existe una relación contante entre la identidad de género y sus expresiones,
donde por ejemplo, el ser madre no viene dado por el género femenino, sino que
el ser madre interactúa con el ser mujer, al mismo tiempo que lo integra.
En suma, la
identidad de género cruza variables - ya sean de raza, clase o edad-,
trasciende los bordes binarios de la cultura patriarcal y es una identidad en
constante fluidez, lo que la hace múltiple y performativa.
¿Por qué tener
cuidado con estos lineamientos?
Porque para
comprender los asuntos pendientes en la lucha feminista, debemos partir por
considerar que existen múltiples opresiones ligadas a estas múltiples
identidades (INSTRAW, 2005). Por otra parte, pensar en una identidad constante
y única lleva a errores como:
- · Pensar en una unificación de las identidades de género por razón geográfica, como lo señala Valdés (1991) al decir que “Hablar de ‘la mujer latinoamericana’ es de por sí una osadía” (pág. 15).
- · No comprender las categorías que componen la identidad de género y generalizar demandas, un ejemplo a esta situación es lo que recalca Kambel (2004): “(…) muchas mujeres indígenas consideran que el hecho de ser indígenas constituye el mayor obstáculo que impide que disfruten sus derechos humanos – y no precisamente el hecho de ser mujeres” (pág. 3)
- · Caer en etnocentrismos al momento de generar críticas feministas hacia otras culturas patriarcales, esto se ha producido especialmente al analizar el patriarcado oriental; en este sentido, Guerra (2008) nos habla del “síndrome de la misionera” que se plantea como objetivo salvar a las “ignorantes y sometidas” del Tercer Mundo.
Ante esas
situaciones contraproducentes para la lucha feminista, cabe rescatar la crítica
que hace Butler (2009): “insistir en la coherencia y la unidad de la categoría
de las mujeres ha negado, en efecto, la multitud de intersecciones culturales,
sociales y políticas en que se construye el conjunto concreto de
<<mujeres>>.” (pág. 67). En conclusión, el llamado es a considerar
las aproximaciones teóricas aquí esbozadas en cuanto a la construcción de las
identidades de género, y por ende, de los sujetos del feminismo.
Bibliografía
Anzaldúa, G. (2004). Movimientos de rebeldía y las culturas que traicionan. Madrid:
Otras inapropiables. Feminismos desde las fronteras.
Butler, Judith. (1999). El género en disputa. Barcelona: Paidós
Facio, Alda. (n.d.). Feminismo, Género y Patriarcado. Extraído de http://cidem-ac.org/PDFs/bibliovirtual/VIOLENCIA%20CONTRA%20LAS%20MUJERES/Genero,%20Derecho%20y%20Patriarcado.pdf
Guerra, María. (2008). Culturas y género: prácticas lesivas, intervenciones feministas y
derechos de las mujeres. En Revista de Filosofía Moral y Política Nº 38,
(pp. 61-76)
INSTRAW. (2005). Género, gobernabilidad y participación
política de las mujeres. Extraído de
http://www.uninstraw.org/jdata/images/files/marco/marcoreferencia_instraw_sp.pdf
Kambel, Ellen-Rose. (2004). Guía sobre los derechos de la Mujer indígena
bajo la convención internacional sobre la eliminación de todas las formas de
discriminación contra la mujer.
Kaufman, Michel. (1995). Los hombres, el
feminismo y las experiencias contradictorias del poder entre los hombres.
En género e identidad Ensayos sobre lo femenino y lo masculino. (pp. 123 – 146)
Lagarde, Marcela. (1990). Identidad femenina. Extraído de http://webs.uvigo.es/xenero/profesorado/purificacion_mayobre/identidad.pdf
Mayobre, Purificación. (2006) La formación de la Identidad de Género - Una
mirada desde la filosofía extraído de http://areasgyr.files.wordpress.com/2011/03/genero-identidad.pdf
Montecino, Sonia. (1996). Identidades de género en América Latina:
mestizajes, sacrificios, y simultaneidades. Debate Feminista, 187-200.
Scott, Joan. (1996). El género: una categoría útil para el análisis histórico. Extraído
de http://www.cholonautas.edu.pe/modulo/upload/scott.pdf
Valdés, A. (1991). Mujeres, culturas, desarrollo (perspectivas desde América Latina).
Santiago: Serie Mujer y Desarrollo.
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